La creación de aire comprimido es un proceso costoso. Por lo tanto, le resultará rentable optimizar las redes de aire comprimido. El primer paso es saber cómo y dónde se puede realizar la optimización. La base para la optimización del sistema es el análisis preciso y continuo del consumo real del sistema de aire comprimido. Para calcular esto, el operador debe conocer los flujos de volumen reales del sistema, la distribución del aire comprimido en la red y, finalmente, también los flujos de volumen durante los períodos de inactividad: las cantidades de fuga. Estos datos le ayudarán a planificar las medidas de optimización que se deben tomar. La solución es: el uso de sensores de caudal volumétrico. Miden todos los datos necesarios, como las cantidades de fugas, el consumo y la distribución a los consumidores individuales (para una asignación de costes inequívoca). Esto puede ayudar a ajustar los intervalos de mantenimiento al estado real del sistema.
El sensor de flujo térmico SS 20.261 funciona según el principio de hilo caliente de un anemómetro térmico. Por eso la aplicación en sistemas con sobrepresión es muy sencilla ya que solo se deben medir y calcular los valores de temperatura y presión. El sensor mide la velocidad de flujo correcta independientemente de la presión (hasta 10 bares). Las señales de salida lineales de caudal y temperatura son señales de corriente individuales de 4 ... 20 mA, de 0 m / sa 40, 60 o 90 m / s. El valor medido se emite como velocidad estándar que se puede convertir fácilmente en el caudal volumétrico del diámetro del tubo utilizado.